viernes, 3 de octubre de 2008

A la patria no se le entiende sin una emoción dolorosa de su historia. Saber desdichado a México; establecer los orígenes de sus desdichas, ha decidido la acción y el sacrificio de los mejores mexicanos. Reducir el tamaño de sus males, procurarles alivio ha sido norte de nuestros héroes, próceres, apóstoles.

ANDRÉS HENESTROSA.



Una vez más, el dieciocho de julio, nos vuelve a convocar a los mexicanos en general, y a los liberales en particular, para conmemorar una de las fechas más tristes de la historia, pero al mismo tiempo una fecha que marco el inicio de la grandeza de uno de los hombres mas grandes que ha dado nuestra patria: DON BENITO JUÁREZ.

Pareciera que es referencia obligada en cada discurso de aniversario, ya sea de su natalicio o de su muerte, enunciar desde los aspectos mas sencillos de su vida, incluso hasta la anecdótica, hasta llegar a enaltecer la imagen del gran hombre de Estado que fue el prócer que hoy nos congrega. Sin embargo, esta tarde no será ese el motivo de mi disertación, ni tampoco pretendo hacer gala de la historia que terminó por juzgarlo y colocarlo en la cúspide de las montañas, donde solo los grandes hombres alcanzan la cima.

La mejor manera de honrar la memoria de los héroes, sería que cada mexicano, en este caso, trabajáramos cotidianamente, con esmero en sostener los logros que dieron los próceres, y mejorar las condiciones de nuestra sociedad. Sin embargo esto no es así.

Principiaré por ejemplo, mencionando, que nos llenamos la boca de orgullo, cuando hablamos que en Guelatao un 21 de marzo de 1806, nació el Benemérito de las Américas. Pero la casa que lo viera nacer, que hoy es una réplica de su humilde cuna, hasta el año 2005, estaba convertida en una bodega, donde la gente que hace la labor de limpieza dejaba sus instrumentos propios del mantenimiento. Sin un anuncio que ilustre al visitante de que esa era la casa donde nació Juárez. Frente a la casa hay un museo con algunas piezas históricas pero donde el visitante no encuentra información o bibliografía, que lo ilumine en torno a la vida del patricio. Y lo más lamentable, es que en una pequeña papelería, que se encuentra cruzando la calle donde se ubica el museo a Juárez, es donde por el costo simbólico de una fotocopia, se puede adquirir el registro de nacimiento de Juárez, por cierto eclesiástico; recordemos que gracias a Juárez tenemos registro civil. A esto se reduce hoy día la memoria del benemérito. Siendo hasta el año 2006, cuando se hizo un remozamiento para recordar al indio de Guelatao, por cierto con la colaboración de la reacción en el poder, en contra de la cual luchó.

Hablamos con orgullo de la generación de la Reforma, y hoy día las nuevas generaciones desconocen quienes fueron los hombres que la conformaron. Preguntémonos nosotros mismos y repitamos el cuestionamiento a nuestros hijos, quienes fueron Ignacio Ramírez, Altamirano, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Sebastián Lerdo de Tejada, esto sin contar a los grandes generales que sostuvieron y defendieron la República, su independencia, nuestra independencia como los Generales Juan Álvarez, González Ortega, Mariano Escobedo, Porfirio Díaz no el dictador sino el héroe que luchó contra el imperio de Maximiliano, entre otros muchos.

Estos son hombres que hemos olvidado, como olvidamos también que "el juicio que se haga por siempre sobre Juárez, es el juicio sobre su tiempo y sus contemporáneos" como lo expresara alguna vez Ignacio Manuel Altamirano.

Juárez fue el hombre que defendió la Constitución de 1857, cuando Comonfort ya no quiso sostenerla; esta constitución que el año pasado con orgullo celebramos 150 años de su promulgación, la Constitución a la que el clero político de entonces amenazó con la excomunión a quienes la habían jurado y a quienes la observaran o cumplieran, la constitución que llevó a la tribuna del constituyente de esa época la discusión de grandes hombres que como Ignacio Ramírez "El Nigromante", afirmó "…que no había llegado a esa tribuna ni por éxtasis ni por revelaciones", que su misión no la desempeñaba como místico sino como profano, que su credencial como constituyente no había sido escrita como las Tablas de la Ley sobre las cumbres del Sinaí, y decía "¡Es muy respetable el encargo de formar una Constitución para que yo la comience mintiendo!"

Estos eran los liberales del siglo XIX, y sin embargo en el siglo XX, otros liberales avalaron el reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia, para vergüenza de las generaciones futuras; y contrarios a nuestros principios filosóficos, recordemos que en una de las visitas del papa Juan Pablo II a nuestro país, muchos liberales le rindieron tributo e incluso se arrodillaron ante él.

Juárez enarboló la bandera de la separación de la Iglesia y el Estado, y la desamortización de los bienes eclesiásticos, y hoy día se le han devuelto a la Iglesia conventos, se les permite opinar de la política Nacional, e incluso intervinieron en el pasado proceso electoral, cuando Norberto Rivera se ofreció a participar como mediador ante el conflicto postelectoral, con lo que viene a mi memoria una de las frases de Bolívar cuando afirmaba "¿ Que será de nuestros hijos en un país donde las revoluciones se acaban por la diligencia de un obispo?"

Cómo recordar a Juárez, que luchó incansablemente contra el Imperio de Maximiliano impuesto por Napoleón III y a petición del partido conservador, cuando los mexicanos permitimos que se reformara la Constitución del 17, y permitimos que un hijo de madre no mexicana nos gobernara en el pasado sexenio; cómo rendirle homenaje con honor a Juárez cuando desde la Secretaría de Gobernación al mando de un apátrida se está entregando el destino de nuestra nación al vecino país del norte, y a los intereses de los grandes capitales ya no digamos nacionales, sino de los extranjeros.

Cómo recordar con honor a Juárez, cuando los nuevos Santa Annas, no venden ya territorio nacional, sino que nos están entregando a los grandes intereses monetarios con la entrega de nuestra soberanía y la venta de nuestros recursos energéticos. Cuando Santa Anna y sus generales luchaban contra los extranjeros y había el pequeño asomo de la derrota, y los grandes temperamentos militares sufrieron de grandes pánicos y desfallecieron, Juárez, nos dice Altamirano, se mostró animoso ante el poder extranjero y conservó con la suya la dignidad nacional. Sin embargo nosotros como generación del siglo XXI, vemos como se nos arrebata la patria de nuestras manos, y permanecemos observando, los liberales enfrentan duras batallas al interior de sus logias de carácter filosófico, y son incapaces de traspasar los muros de sus talleres para llevar a la praxis, los principios con los cuales nos formamos, peleamos entre nosotros para saber quienes son masones puros o espurios, sin darnos cuenta que han sido mas espurios los que en complicidad con la reacción, con los conservadores, con los falsos moralistas nos arrebataron el futuro para llevarnos a una sociedad decimonónica, ellos sí, nos llevaron al siglo XIX, antes del Constituyente del 57, para darle a la Iglesia y a los grupos económicamente privilegiados los frutos de nuestra nación y de nuestra gente; los liberales moderados de hoy que avalan con su silencio, que los nuevos Maximilianos nos vengan a gobernar porque consideran que somos incapaces de hacerlo por nosotros mismos.

Como vemos hay mucha historia, que recordar; hay un gran hombre que emular, hay muchas instituciones que defender, pero faltan hombres que como la generación de la Reforma, se levanten desde su tribunas, o sus trincheras para defender las instituciones que nos legaron con sangre nuestros héroes.

No serán las armas las que defiendan los triunfos tales como la Independencia, la Reforma y la Revolución de 1910, estos son ya otros tiempos, pero serán las ideas, la lucha en las aulas, en nuestros talleres, en las fábricas, en el campo, en la tribuna periodística, las que nos lleven a rescatar la conciencia nacional, hoy extraviada, pero que no ha perecido, conservo la esperanza en ello.

¡Ojalá pronto!, en otro encuentro, en una fecha significativa como esta que hoy nos congrega, junto con Altamirano terminemos diciendo que un día 18 de julio " SE RECORDÓ POR TODOS LO QUE JUÁREZ HABÍA HECHO A FAVOR DE SU PATRIA Y DE LA DEMOCRACIA Y NO HUBO PARA ÉL MAS QUE ELOGIOS, RESPETO Y ADMIRACIÓN"


CARLOS DE LA ROSA JIMÉNEZ.
18 de Julio de 2008.







DISCURSO A JUÁREZ

136 ANIVERSARIO LUCTUOSO




CARLOS DE LA ROSA JIMÉNEZ
I:.P:.S:.G:.I:.G:. DE LA ORDEN DE O:.M:.M:.





ATLACOMULCO, ESTADO DE MÉXICO

18 de Julio de 2008.

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